Después de la injusta partida de Nico un 02 de Noviembre de 2017, con apenas 24 años, víctima de una mala praxis, mi vida cambió.
Comencé a preguntarme todos los porque imaginables, plantearme y replantearme que podría haber hecho, que ya no hubiera hecho. Lo intenté todo, y sin dudas, daría mi vida por haber poder salvar la suya. Nadie debería ver morir a un hijo. Menos aún a un hijo sano.
Los días que continuaron, fueron de absoluto dolor, un golpe fuerte en el que tus creencias desaparecen y todo lo que hasta ese momento te importaba comienza a perder sentido, y tu único fin es “tratar de comprender lo incomprensible”.
Mientras lloraba, y no me servían las palabras de consuelo –no hay palabras de consuelo- revivía una y otra vez los hechos y pese a que la mayoría de las personas intentaban persuadirme sobre el error que puede existir en la ciencia médica, yo seguía afirmando que no pueden considerarse error, los numerosos actos fuera de protocolo que aquel médico había realizado, su falta de humanización, su inexistente escucha del paciente que llevaron a mi hijo a la muerte, y demostraron absoluto desprecio por la vida humana
5 meses más tarde, y cuando estaba absolutamente convencida, por tener un informe pericial preliminar, inicié la acción penal, a sabiendas que no sería fácil, que me dolería más aún, pero también buscando justicia, y siempre acompañada por aquellos que aman a Nico.
No importa quién mató a tu ser amado, con título o sin título, el hecho ya había acontecido, y el homicidio también.
Así, llorando en la cocina de mi casa, a los pocos días de la partida de Nico, comencé a buscar en internet “algo”, no sabía bien que buscaba, quizá información para continuar, quizá alivio o simplemente una respuesta a la ausencia que jamás iba a encontrar.
Encontré una página, www.arielt24.sg-host.com y vi en ella cientos de personas que parecían estar cursando mí mismo dolor, mi idéntica pérdida, o quizá un daño en la salud irreparable. Había información para prevenir la mala praxis, estadísticas, y un sinfín de notas que leía atentamente, entrando en un mundo que para mí, hasta ese momento era tan doloroso como desconocido.
Escribí un mail, debo reconocer que lo hice con desconfianza, no todo lo que se publica en internet es veraz o confiable, sin embargo, prontamente obtuve respuesta, una respuesta que, si bien no cambió mi dolor, me dio una pequeña luz para comenzar una nueva lucha.
No era Nico el único, no era mi familia la única.
Allí, estaba él, el creador de esa pagina quien hacía ya un año que venía luchando con un dolor similar, y tampoco se conformaba con una lucha judicial, sino que tenía la férrea necesidad de lograr cambiar algo, de informar, para que no le pase a otro, de transformar su inmenso dolor en una ayuda a los demás.
De perfil bajo, mantiene siempre su autoría en el anonimato, quizá sea esta la primera vez que te enteres, cómo “nació mala praxis web”. No es una página de abogados, no percibe ninguna ganancia, no busca otra cosa que visibilizar y así aportar su ayuda para disminuir los daños y muertes por mala praxis. “Alguien que brinda su ayuda, sólo para ayudar; en un mundo en donde la mayoría pide algo a cambio”.
No sólo me contestó, sino que además me brindó un libro que jamás olvidaré “Porque a la gente buena le pasan cosas malas”. Sus respuestas eran de absoluto afecto y contención. Era importante para mí; un espejo que me brindaba mi misma imagen, esa que pocos pueden comprender, aunque pongan su mejor voluntad para imaginar.
Me sumé a su página, y conocí a Natalia, personita de gran corazón, quien te puede escuchar largas horas, y comprender tu dolor, tus lágrimas, tu impotencia. No importaba cuantas veces la llamara, cuantos mensajes le enviara, ella estaba allí dispuesta, ambos siempre dispuestos a tender esa mano amiga tan necesaria y oportuna. Si estás leyendo esto, seguro te sentirás identificado, y si hoy mismo intentaras escribirles, confirmarías mi experiencia.
Por primera vez “a alguien que no eran mi familia y amigos” le importaba lo que había ocurrido, y vi publicada la cara de mi amado Nico y una nota que contaba la terrible injusticia. “Tu Historia de Mala Praxis”. No es fácil que el periodismo se haga eco de estas tragedias, y, sin embargo, es tan importante visibilizar que esto existe y que causa el peor de los dolores.
Una página de internet, que fue para mí “el bote salva-vidas”; (esta expresión se la robe a Nico y hoy la uso como propia) y escrito así, sin error, a propósito, una página que me ayudaba y ayudaba a los demás a “salvar nuestras propias vidas de esa tristeza inconmensurable”, con el objeto de “salvar otras vidas” y de que nuestras propias vidas adquieran un sentido.
En tanto, la causa penal continuaba, y fui viendo una injusticia tras otra,… y comencé a vincularme a través de esa página con otras personas dolientes, desanimadas y destruidas, conocí sus historias, tan tristes como la mía y decidí hacer un proyecto de ley, que pudiera ayudarnos a todos.
En cada historia, en cada proceso, todo lo que había aprendido en 32 años de ejercicio de la profesión de abogacía se desmoronaba y los derechos consagrados, tales como el deber de confección de historias clínicas, el consentimiento informado, el respeto a los derechos del paciente que enarbola la Ley 26529, parecían inexistentes. Me pregunto ¿Dónde quedan los derechos de las víctimas?, ¿Por qué sus derechos no son valorados como los de cualquier víctima?, ¿Por qué a la víctima, que no eligió serlo y es fundante del proceso, se la revictimiza, y deja de lado?, ¿Por qué además del dolor que cada uno debe cargar, debemos sentirnos ignorados por un sistema judicial que no equilibra sus platillos?, ¿Será que está instalado en el inconsciente colectivo que un profesional de la salud no podría delinquir?, ¿Será que si la muerte la provoca un médico, al que queda le debería doler menos?
Resulta indispensable cambiar este paradigma social que dan por afirmativo en el inconsciente estas respuestas. No es así. El que mata, delinque, tenga título o sea una persona en situación de calle, y aprendí en la facultad el artículo 16 “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: No hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley”.
Largos años de lucha, en donde cada familia resulta obligada a un esfuerzo desmedido espiritual, moral y económico. A título de ejemplo, uno espera una pericia médica que puede realizarse luego de un año o dos, y la gran mayoría de las veces, te exigen una autopsia, como si sentir que despedazan a tu ser amado, fuera algo cotidiano y posible de soportar. Se te pide guardes cordura, respeto y moderación, cuando aquel profesional que terminó con la vida de tu ser amado, te cruza en una audiencia y ni siquiera por respeto pide perdón. Llegas a ese momento, y contra todas tus expectativas, en casi todos los casos, lo único que escuchas es la manifestación de su abogado, diciendo “no va a declarar”.
Sólo quienes lo vivimos podemos saber el dolor que ello provoca.
Mientras todo esto nos va ocurriendo, el personal de salud, denunciado, imputado, con sentencia de primera o de segunda instancia, continúa atendiendo, y poniendo así en riesgo tu vida y tu salud.
Así y en largos e interminables días imagine cuál sería el mejor escenario posible, aquel que ayudara no sólo a los que ya habíamos perdido, sino aquel que a través de nuestro inmenso dolor pudiera evitar desde nuestro lugar de ciudadanos que estas muertes y estos daños sigan aconteciendo, en tanto la sociedad no lo visibiliza.
Redacté entonces un proyecto de ley, deseando profundamente que algún día sea ley, y así nació “La Ley Nicolás”. El Senador Juan Carlos Marino (creador de la Ley Justina); a través de su Asesora María José Faggio, ayudaron en la formalidad de la redacción, que obviamente no conocía por no ser parte del poder legislativo. Con absoluta solidaridad, estuvieron abiertos a que dicho proyecto fuera presentado a cuanto Diputado o Senador nos tendiera una mano, no es un proyecto partidario, es “un derecho y un deber social para ayudar a cambiar algo”.
Comenzamos con un grupo chat, con personas dolientes de todo el país, muchas contactadas a través de la página. Cada uno aportaba su granito de arena, sus experiencias, sus ideas, todas válidas e invalorables. Fue necesario entonces crear una ONG. Así nació “Asociación Civil Por la Vida y la Salud, por vos, por mí y por todos”, que aún se encuentra en formación.
Resulta necesario también contar que dicho nombre surgió por ser la frase que, sin pensarlo, cada uno repetía en nuestros diálogos; ¿Por qué luchamos?, Por la vida y la salud, ¿Por la vida y la salud de aquellos que ya perdimos?; obviamente que no, Luchamos por la vida y la salud de todos, y de la forma más sublime y desinteresada transformamos su amor y nuestro dolor, en acción.
La OMS nos empujó aún más cuando declaró el día 17 de Septiembre de 2019 el “Día Mundial de la Seguridad del paciente”. Mostro estadísticas dolorosas, tales como que 2,6 millones de personas mueren al año a causa de mala praxis, que 5 pacientes mueren por minuto por falta de seguridad en la atención sanitaria, que 4 de cada 10 pacientes sufren daños en la atención primaria, y lo más grave “el 80% de estos daños, incluidas las muertes serían evitables”.
Así, cada una de nuestras familias comenzó en su propia ciudad a iluminar de color naranja (color elegido por el Organismo). Plazas, monumentos… tratando de sumar a la Argentina a esta cruzada de concientización sobre el valor más alto a proteger: LA VIDA Y LA SALUD.
Deseamos de corazón que cada 17 de Septiembre existan más ciudades Argentinas que se sumen a nuestra acción. Que los médicos de excelencia sean reconocidos, y que aquellos que han perdido su humanidad y ciencia sean apartados, así lo expresó el Dr. René Favaloro “La medicina sin humanismo médico no merece ser ejercida”.
Seguramente luego de leer esta historia puedas comprender el verdadero significado de la palabra “mala praxis”; ojalá puedas comprenderlo sin tener que vivirlo. Es aquella acción u omisión que puede provocar en personas sanas un daño irreversible, o la pérdida irreparable de lo que más amas. Pero es también la destrucción de familias enteras que aún rotas e inundadas de dolor, luchan por la defensa de un derecho colectivo: “la vida y la salud”.
Para mi, era importante que conocieras esta parte de la historia. La misma demuestra que “como la bella flor de loto”, que crece aún en el medio del barro, cada uno de nosotros aun rotos, descosidos, desde distintos lugares y con distintas historias, pudimos hacer del dolor un gran aluvión de amor para tratar de cambiar las cosas.
Es importante para mí, agradecer infinitamente aquella noche que encontré esta página. Y agradecer a aquellas personas que la conforman y que siguen aportando lo mejor de ellas. Somos más que amigos. Somos papás y mamás, hijos, sobrinos y hermanos todos unidos por el mismo deseo de ayudarte a que te sumes a nosotros…Sin tener que ser parte de nuestra historia.
Te pido que te sumes a nuestra lucha. “A favor de la vida y la salud, de los médicos de excelencia, en contra de la mala praxis”. Gracias por haber leído hasta aquí, y te pido entonces que leas el petitorio para que la Ley Nicolás pueda SER, firma el link para sumar voluntades y ayudarnos a que ello suceda. ¡Gracias Infinitas!
“El coraje no es tener la fortaleza de seguir adelante, es seguir adelante cuando no tienes las fuerzas” Theodore Roosevelt. SUMATE!
Podes leer la historia de Gabriela acá
Conocí a Gabriela una tarde de Noviembre, en un bar de Villa Gesell. Sin saber quién era ni que hacía quedamos en vernos. La mujer que se presentó ese día era una persona que estaba devastada por los terribles acontecimientos que había vivido.
Las noches de insomnio y agotamiento físico se manifestaban en su persona. Casi sin vida ingresó al restaurant con una carpeta bajo el brazo. Hablamos un largo rato sobre lo que había pasado con Nico y lo que había vivido con mi mamá. Traté de contestar todas sus preguntas y casi sin buscarlo, el dolor nos unió.
De la peor manera, como a muchos de nosotros, nos abrió los ojos.
Hoy Gabriela Covelli es una referente en temas de mala praxis médica. Su lucha aún continúa no sólo en tribunales para condenar al médico que actúo de forma negligente y mató a su hijo, sino que también impulsa una ley que intenta disminuir y condenar las actuaciones médicas negligentes.
“Todos somos o seremos pacientes al final”
Malapraxisweb.com