Argentina Negligencia medica

Guardias médicas – Trabajo esclavo consentido y legitimado 2

Residencias médicas
Residencias médicas

Ampliando el artículo de hace unos días, “Guardias médicas – Trabajo esclavo consentido y legitimado”, en donde se detalla la inusual situación de las personas involucradas con los cuidados intensivos. El estrés constante, las pocas horas de sueño, los turnos interminables y la calidad poco fiable en sus decisiones, hacen de las guardias un campo propicio para cometer errores.

María Victoria Moral acumulaba al menos 20 horas de trabajo entre su horario habitual y la guardia como residente de obstetricia en el hospital Bocalandro, en Loma Hermosa. En ese turno interminable, se pinchó un dedo con una aguja mientras suturaba a una paciente. Pensó lo peor. Mientras esperaba a la ART para hacerse estudios, que al final dieron negativo, tuvo que seguir sus tareas como si no hubiera pasado nada. Y por unas trece horas más.

Un estudio de un grupo de investigación del Hospital Italiano demostró cómo una posguardia de 36 horas luego de la jornada laboral daña la funcionalidad cognitiva. La prueba, realizada a 21 residentes del área de medicina interna, demostró que todas las esferas cognitivas estudiadas se vieron afectadas. La velocidad de procesamiento auditiva, la capacidad de cálculo y la atención fueron las más perturbadas.

 

Expondremos a continuación la manera que utilizan los centros de salud para ahorrar costos y al mismo tiempo incrementar el riesgo a ser un perjudicado en la práctica médica. Exponiendo a la sociedad a ser atendidos por estudiantes recién recibidos con experiencia mínima en lugar de profesionales como lo dicta la ley.

¿Médicos con experiencia o Residentes?

“Los que hacen las guardias son médicos residentes, recibidos, pero todavía en proceso de formación. ¿El motivo? Salen mucho más baratos, advierte el jefe de terapia intensiva que prefiere no exponer su identidad por temor a represalias.

“Si vas a una clínica privada o a un hospital de noche no te va a atender un médico, te va a atender un residente”. Un médico profesional cobra, en promedio, diez mil pesos la noche de guardia. En cambio el sueldo de un residente es de doce mil pesos mensuales. En promedio se suelen realizar diez guardias al mes, de esta forma, en vez de pagarle 100 mil pesos a un especialista, las clínicas y hospitales optan por abaratar costos y pagarle sólo el diez por ciento a médicos con menor experiencia.

“La residencia, en promedio, dura tres o cuatro años. Es un tiempo de práctica y tiene que ser supervisado. Son médicos recibidos, pero en proceso de formación todavía. Pueden ejercer, pero supervisados y eso no sucede durante las guardias”, incumpliendo la Resolución Nº 748/2014. Esta resolución tiene como objetivo “asegurar el acceso de todos los habitantes de la Nación a los Servicios de Salud” detalla en profundidad el personal necesario para cada área, el ambiente físico requerido, el equipamiento e instrumental imprescindible, etcétera.

La unidad de guardia deberá “estar cubierta por un médico propio y exclusivo de la unidad durante las 24 horas del día”. El mismo, deberá cubrir entre ocho y doce horas para asegurar “la continuidad de la asistencia de los pacientes internados”.

Para abaratar costos, la tendencia es sumar a los residentes a ese cupo. Es decir: si una guardia tiene 30 camas, debe contratar al menos cuatro médicos para cubrir la atención.

La ley es contundente. “Las guardias curriculares implementadas por programas de residencia deben estar supervisadas por médicos de planta y de guardia pertenecientes a la unidad y no ser contadas como guardias regulares de la unidad”.

Quienes deben supervisar a los residentes deben ser “médicos especialistas en terapia intensiva” o “médicos con título de especialistas en disciplinas afines que demuestren un entrenamiento permanente en cuidados intensivos

La práctica de abaratamiento de costos se extiende tanto a hospitales públicos como a clínicas privadas. La mediocridad y la falta de profesionalismo se apoderan poco a poco de los centros asistenciales de todo el país.

Jefatura de Terapia: otro negocio redondo

La jefatura de las terapias intensivas es otro de los negocios redondos de algunos profesionales. Según lo establecido por la ley, deben ser dirigidas por un “médico con certificación de especialista en Terapia Intensiva” y deberá cumplir “como mínimo seis horas diarias y no menos de 36 mensuales

En la actualidad, hay muchos médicos que dirigen más de una terapia intensiva, tornando imposible el cumplimiento del requisito mínimo de las 36 horas mensuales requeridas por la ley.

“Es una ecuación matemática simple. Un profesional no puede dirigir cuatro terapias intensivas, porque eso lo obligaría a trabajar como mínimo 144 horas al mes. Lo que hacen es firmar planillas y delegar el trabajo en otros, una práctica antiética e ilegal”.

La salud: Un juego de niños

“Como no llegan a cumplir con la demanda, porque no contratan a la cantidad de personal necesaria, lo que se hace es que un médico firma un estudio determinado, pero en realidad lo realizan los residentes”, denuncia la fuente.

El médico principal delega la responsabilidad de un tratamiento bajo el principio esencial de la confianza. Este tipo de metodología se da tanto en establecimientos públicos, como privados.

La práctica, según el abogado civil especializado en daños Gustavo Levigurevitz, “no es ilegal, pero sí habitual”. “El médico principal siempre responde por el dependiente y, en el caso de que exista una mala praxis, no se exime a ninguno de los dos”, destaca el letrado.

Éste accionar es más habitual en los hospitales públicos. “Generalmente los profesionales de renombre concurren un par de horas, para luego dedicarse a sus prácticas privadas, pero siguen siendo responsables de su equipo”.

Cabe destacar que ambos, tanto el profesional que presta su firma como el residente son responsables del acto ante una negligencia o mala praxis médica.

 

La comunidad médica debe disponer de un conjunto de leyes distintas al del resto de la comunidad, ya que observamos previamente como eluden sistemáticamente todas las normas establecidas.

En Estados Unidos existe un caso que revolucionó el sistema de residentes. En marzo de 1984, una joven llamada Libby Zion ingresó en el hospital de Manhattan con unas líneas de fiebre. Pocas horas más tarde, murió. Una larga investigación sumada a la lucha de su padre, Sidney, determinó que buena parte de las -malas- decisiones habían sido tomadas por residentes que acumulaban muchas horas de trabajo y no tenían un sistema de control que los supervisara. Desde ese momento, las organizaciones que regulan el sistema de residentes marcaron límites estrictos.

Es momento de decir basta. ¿Cuantas personas tienen que morir para que reaccionemos?

 

Fuentes:

https://www.bigbangnews.com

https://www.lanacion.com.ar/2012352-el-sueno-de-ser-medico-frente-a-la-pesadilla-de-la-residencia

 

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