En diciembre de 2016, mi hijo Juan tuvo una seguidilla de síntomas durante un par de días que hicieron que me asuste y lo lleváramos a hospital. O sea, en principio parecía que era un empacho “común”… habíamos pasado navidad en casa de unos familiares en Mar del Plata y creímos que como varios de nosotros estábamos con signos de indigestión, él también tenía lo mismo.
Empezó con vómitos, diarrea, escalofríos, fiebre y un dolor abdominal fuerte…el primer día lo tuvimos en casa con reposo, pero al ver que al otro día estaba igual lo llevamos a la Clínica.
Época de fiestas, lleno de gente, tuvimos que esperar alrededor de 1 hora, con Juan ahí, con arcadas, tiritando, con fiebre… y a pesar de que teníamos obra social, no hubo nadie que pudiera ingresarnos a través de ella y todos los exámenes y análisis que le hicieron no me los cubrió.
Uno de los estudios, era una radiografía, porque no presentaba signos de “indigestión” y pensaron que podría ser algo óseo. Todavía hoy no comprendo bien esto… pero en fin…
Le hicieron una “radiografía de cadera” y no notaron nada raro.
Como no había nada “anormal” lo dieron de alta, con el diagnostico de gastroenterocolitis… “anda a tu casa flaco, relájate, dieta y mucho líquido por una semana y reposo por 48 horas feliz navidad y feliz año nuevo…bla bla bla”…
A todo esto ya casi era año nuevo, nos quedábamos ahí hasta el 15 de enero, y no podíamos hacer nada, salir, playa, nada porque Juan seguía mal al punto de no poder moverse.
Decidimos llevarlo de nuevo a esta clínica, ya lo habían atendido, tenían todos los datos, tipo para agilizar el trámite y no empezar de cero.
Esta vez, le realizaron una ecografía, donde se dieron conque estaba atravesando un cuadro grave de apendicitis aguda, y me lo operan de urgencia porque según dijeron los médicos que lo atendieron en ese momento su situación era de alto riesgo.
Nosotros no entendíamos nada, le decíamos a los médicos como podía ser si habíamos estado ahí hacia 3 días y no nos habían dicho nada… ellos leen el reporte y decía “se puede observar la cavidad abdominal sin presencia de apéndice… bla bla bla… y una especie de mancha metálica en el lado derecho del abdomen – “que posiblemente era un error de la máquina” –, no así como lo cuento pero estaba anotado, todo documentado.
Mi hijo tenía en ese momento 22 años. Es decir, entraba solo a hacerse estos exámenes. Nunca le preguntaron si se había operado anteriormente, y a nosotros tampoco nos preguntaron nada…ellos asumieron que Juan había sido operado de chico… todavía no me cierra el hecho de cómo no se dieron cuenta cuando lo revisaron de que no tenía cicatriz…
El revuelo que arme cuando me dicen que Juan no tenía apéndice, porque a nosotros como te digo no nos habían dicho nada!!!
La operación salió bien, pero su recuperación demoro casi 2 meses. La cicatrización fue muy lenta.
Estuvo muy mal, según el médico que lo opero se le hubiese podido reventar el apéndice y no hubiese habido tiempo de nada. La infección era importante.
El hecho de que se hayan equivocado y hayan hecho sufrir tanto a Juan me volvió loco, y un par de días después denuncie a la clínica y a los médicos. Lo único que sé es que los separaron de su cargo pero no sé si siguen ejerciendo.
Pero esto es muy lento, y yo sé que hoy Juan está bien pero me lo atendieron muy mal.
Los análisis que nos dieron, de cuyos resultados dependía su vida… estaban equivocados, la prestación del servicio fue mala. Pusieron en riesgo su vida al darle un diagnóstico equivocado que solo empeoro su estado de salud en esos días.
Te digo, fueron 8 días terribles, porque la impotencia de ver a tu hijo así… de confiar en el medico, en el prestigio del lugar… no sé. Muchas veces pensé que dejar todo… pero voy a seguir hasta el final.
Diego, Olavarría.