Matías Diarte tenía 24 años de edad cuando fue víctima de mala praxis en el Sanatorio Rivadavia de San Miguel de Tucumán el 29 de septiembre de 2018.
Matías era muy trabajador, hacia lo que fuera para ganar unos pesos. Siempre fue muy responsable y tenía un corazón enorme… Matías era enorme no solo en sentimientos puros, era enorme de tamaño también… desde siempre audaz, alegre, independiente, mimado… su sonrisa lo decía todo, y eso es muy difícil de olvidar.
A Matías le apasionaba el fútbol, y era fanático de San Martín de Tucumán. Siempre lo seguía a todos lados para alentarlo.
El 7 de septiembre 2018 viajó a Formosa, con la emoción y la alegría que lo solía hacer cada vez que jugaba su equipo…esta vez, el rival de San Martín de Tucumán era Boca Juniors.
40 km antes de llegar al estadio de Formosa, policías de esa provincia pararon el colectivo y obligaron a todos los hinchas de San Martín a descender para requisar el colectivo, pero no advirtieron que detrás venían micros con hinchas de Boca… éstos al verlos, frenaron, comenzaron a descender y a correr para agredir a los hinchas de San Martín de Tucumán.
Matías apenas vio esto corrió hacia el colectivo para tratar de ingresar nuevamente al mismo junto a los demás hinchas, pero la puerta era demasiado pequeña, y les era imposible entrar… Matías, tropezó, cayó al piso y fue alcanzado por un grupo de hinchas de Boca.
La situación en la que se vieron inmersos estos hinchas no se podía parar ya que solo había en el control cuatro policías que nada podían hacer para frenar el desastre que había ocasionado la lucha y las agresiones de los hinchas de Boca hacia los hinchas de San Martín…
A Matías no solo le robaron todo, fue agredido de tal forma que les destrozaron la pierna a golpes, a patadas…
Pese a todo pudo contar lo que sucedió… nos dijo que cuando vio la multitud pensó: “que sea lo que Dios quiera, aquí me matan, me cubro la cabeza”.
Nos contó también que saltaban encima de él, sin importarle absolutamente nada de lo que pasaba con su pierna izquierda.
Tras la brutal agresión Matías fue trasladado al Hospital de Formosa.
En ese momento solamente Matías fue traslado al Hospital en Formosa. Le hicieron una radiografia, y le dijeron que tenía una supuesta fractura y le enyesaron la pierna.
El 8 de septiembre Matías regresó a Tucumán con el grupo con el que había viajado, siempre dijo que se sentía bien, que solo tenía dolores en la pierna lastimada.
Ya en Tucumán decidió ir a una consulta con un traumatólogo. El traumatólogo lo revisó y le solicitó una resonancia para establecer un diagnóstico específico. Le saco el yeso y le indicó en cambio que se colocara una férula de pierna.
Al obtener los resultados de la resonancia, vio que Matías presentaba una fractura espina tibial, rotura de ligamentos cruzados y laterales, y como no era cirujano lo derivó al médico cirujano – Dr. Luis Alberto Rosello – para que lo consultara.
El doctor Rosello lo vio, ya había solicitado las resonancias, y nos dijo que el tratamiento definitivo era quirúrgico.
Para poder realizar la cirugía, solicitó todos los estudios pre quirúrgicos, y se pactó la cirugía para el día 26 de septiembre – miércoles -.
El día anterior a la cirugía el doctor llamó para avisar que había la había suspendido porque que no le gustaba el tipo de material que había enviado la obra social, y la reprogramó para el día 29 de septiembre – sábado -.
El 29 de septiembre lo acompañamos. Matías siempre estuvo muy contenido, rodeado de todos sus amigos, mucha gente fue a ayudarlo, a visitarlo…
El día previo a la cirugía prefirió estar tranquilo, incluso el mismo día de la cirugía ingresó al quirófano tranquilo. Le controlaron los parámetros vitales previamente a ingresar al quirófano, todos se encontraban normales.
Pasó delante nuestro y lo saludamos, lo despedimos… su papá, don Rubén, le hizo señas con el pulgar, como preguntando si todo estaba bien, y Matías respondió, levantando su pulgar asintiendo, que sí, que todo estaba bien.
El camillero lo llevó. El médico nos dijo que la cirugía iba a demorar una hora.
Matías entró al quirófano a las 9:00, luego de una hora, hora y pico, salió el traumatólogo, Dr. Rosello. Estaba pálido, nunca me voy a olvidar de la palidez de su cara, cara de susto, de angustia al buscar la forma de decirnos lo que estaba pasando… era el inicio del calvario.
Nos llamó: – Familia Diarte –
Nos hizo pasar a un pasillo, aparentemente previo a la entrada a los quirófanos, y nos dijo que había surgido un percance, que Matías no había sido operado, que solamente se le había puesto la anestesia.
Agregó que ni él, ni el otro doctor estaban en el quirófano, que se estaban lavando las manos junto a su ayudante cuando escucharon un ruido.
Fueron rápido y Matías estaba en paro. Que en ese momento Matías estaba solo, junto a la anestesista.
Le pregunté cuánto había durado, me dijo: 3 minutos pero que no nos teníamos que preocupar porque todo estaba bien, que estaban tratando de compensarlo en terapia.
Reitero que no había de preocuparse porque la gente terapia había acudido rápido respondiendo a lo que había pasado, que a Matías se lo había estabilizado, y que habían logrado sacarlo rápido del paro de 3 minutos.
Siguió diciendo que una vez estabilizado iban a dejarlo en terapia unas horas para mayor control, que luego lo iban a pasar a sala, y que después, iba a hablar del tema de la cirugía, sobre cómo se iba a proseguir.
Y bueno, nosotros al escuchar esto por parte del médico nos quedamos un poco tranquilos.
Dos horas más tarde, Matías salió del quirófano entubado, varios enfermeros lo llevaban, bolseando, había también varios médicos… lo vimos pálido.
Una vez que lo trasladaron a terapia, (un par de horas después) pudimos pasar a verlo…
Entramos… Matías estaba conectado al respirador, tenía movimientos involuntarios – movía sus brazos hacia adentro.
Justo en ese momento se encontraba el neurólogo y neurocirujano con él…me preguntó quién era, le dije que era su novia… él me dijo: sabes que no me gustan esos movimientos.
Le pregunté ¿porqué?, y él respondió que eran movimientos involuntarios del cerebro, que había que hacerle estudios para ver si la anoxia (falta o disminución de oxígeno) por el paro cardiaco no había dejado algún tipo de lesión en el cerebro.
Nunca me olvido que ese día vi su mirada fija, y pensé en ese momento que Matías tenía muerte cerebral.
Comenzó nuestro padecimiento… fueron 25 largos días.
El día posterior al paro pedimos hablar con la única persona que estuvo con él en el quirófano – según el doctor – que era la Dra. Younes Azucena, anestesista.
El doctor nos dijo que iba a averiguar bien su nombre ya que no la conocía, que no solía hacer cirugías con ella dado que él tenía sus propios anestesistas, y que a esta médica la había convocado el mismo sanatorio.
Días después, el director del sanatorio, dueño del sanatorio, pidió una reunión con la familia y los médicos. Ese día la anestesista estuvo en esa reunión.
Todos los médicos hablaron del estado en el que se encontraba Matías, nos dijeron que estaba con una falla renal.
Nosotros comenzamos a hacer preguntas, queríamos saber ¿qué es lo que había pasado? ¿que suponían ellos que había sucedido con Matías para que sólo se administra anestesia y hago un paro y se encuentran en estado de gravedad que se encontraba?
Ellos respondieron que podía deberse a una cardiopatía o un trombo (lo cual descartaron ese mismo día tras hacerle estudios y un ecocardiograma)
A Matías le practicaron diferentes estudios para descartar las posibles causas de que era lo que había pasado… hasta que en un momento el doctor dueño del sanatorio nos dijo que era posible que se debiera a la anestesia. Que posiblemente pudo haberse colocado en una zona alta o tal vez en una dosis más elevada de la necesaria para que durara lo que iba a durar la cirugía…
No reaccionamos, solo escuchamos y sufrimos…
Hasta ese momento la única desconocida era ella, la anestesista, por lo que pedimos hablar con ella, que era quien había estado con Matías, había estado presente al momento del paro cardiaco.
Ella estaba parada, apoyada sobre la pared de esa oficina… temblaba… le dije: quiero escucharla.
No puedo olvidar su cara hasta el día de hoy, no podía levantar su mirada, casi rompiendo en llanto nos dijo: hizo una hipotensión y entró en paro, logramos asistirlo rápido... No pudo hablar más. Tras sus dichos los demás médicos siguieron hablando como para tapar la situación ya que la habían notado muy nerviosa y era evidente que no podía seguir hablando…
Nos dijeron cuales iban a ser los pasos a seguir, y que con el correr de los días se iba a hacer una interconsulta con el Hospital Italiano.
Ella salió prácticamente corriendo de esa sala. Pero Rubén, papá de Matías la agarró de la mano, y le dijo: “si usted es responsable del estado en el que se encuentra hoy mi hijo, Dios quiera que mi hijo salga de esto Dios quiera que mi hijo se salve, sólo Dios y usted saben lo que pasó en el quirófano, si usted es la responsable esto va a quedar en su conciencia, yo la perdono” … el papá de Matías es un ángel de persona… ella lo miró y se largó a llorar no pudo responder nada.
Los días pasaban y Matías seguía conectado al respirador ellos hacían estudios – tomografías y resonancias en el cerebro – porque ellos decían que Matías no despertaba como tenía que hacerlo.
Una neuróloga nos dijo de que sólo era necesario darle tiempo a él y a su cerebro – dado que había quedado una inflamación en la zona – a que se acomoden.
Esa fue una de las razones que nos dieron en primer término. También nos dijeron que estaba estable, y que con los días íbamos a ver una evolución – o no – de Matías.
Cuando tuvieron los resultados de los estudios nos dijeron que Matías no tenía, supuestamente, ninguna secuela, por lo que decidieron un buen día extubarlo, alegando que él tenía buena mecánica respiratoria.
Lograron extubarlo, y dijeron que iban a comenzar a bajar la sedación de a poco…
Al sacarlo del coma inducido y bajar la sedación, con el pasar de los días Matías comenzó a despertar, en realidad lo que él padecía era de una excitación psicomotriz.
Tenía mioclonías (espasmos musculares) y todo se debía a manifestaciones cerebrales y, aun así, respaldado por estudios, ellos seguían diciendo que Matías no tenía ninguna secuela en el cerebro.
A los pocos días, Matías comenzó, supuestamente, a sufrir convulsiones, digo supuestamente porque el médico jefe de terapia nunca nos confirmó si eran convulsiones o no.
Además, comenzaron a administrarle medicación psiquiátrica que, si él no la hubiese necesitado, si no tenía ninguna lesión en el cerebro como decían, no tendrían por qué haberlo hecho.
Según ellos le administraban medicamentos psiquiátricos, sedantes, anticonvulsivantes, antiepilépticos, analgésicos (le administraban morfina) … pero para nosotros todo eso siempre fue una mentira.
Con el pasar de los días la situación de Matías se agravó, por lo que decidieron colocarle nuevamente el respirador.
Se le hicieron pruebas de esputo (para ver si había proliferación de bacterias u otros microbios que causan enfermedades) y después hicieron la primera interconsulta con el Hospital Italiano, ya que ellos manifestaban no entender porque Matías reaccionaba así, no entendían porque no lograba responder o despertar como tenía que hacerlo.
Había una falta de comunicación tremenda, médicos de guardia nos decían una cosa, el médico jefe de la terapia – que era el médico con quién nosotros teníamos que hablar – nos decía otra… otra doctora en otra oportunidad nos dijo que Matías tenía un virus intrahospitalario que era difícil de combatir… después hablamos con otro doctor que nos dijo que no era así…
Lo que quedó claro desde el primer momento es que ellos decidieron unirse en favor a esta anestesista para tapar lo que había sucedido, el daño que le habían ocasionado a Matías de tan solo 24 años de edad, un chico sano, que a pesar de su problema en la pierna había tenido todos sus estudios pre quirúrgicos con resultados normales… quien aún tras el paro cardiaco, arrojó un ecocardiograma que indicaba que la anatomía de su corazón se encontraba en buen estado.
Matías no aguantó, falleció el 24 de Octubre de 2018, 25 días después de haber sufrido ese paro minutos antes de su cirugía debido a una falla multiorgánica ocasionada por una infección provocada por un virus intrahospitalario relacionado al respirador.
Su desenlace destruyó nuestras vidas para siempre.
Fuimos víctimas de una mentira tremenda, supimos que Matías tenía una encefalopatía anóxica a causa del paro cardiaco, de la cual nunca nos habían dado un diagnóstico, porque siempre dijeron que Matías se encontraba clínicamente bien y que su cerebro no tenía nada.
Estando en coma, y mientras su situación se iba agravando tuvieron que hacerle una traqueostomía, al ingresar al quirófano sufrió la luxación de su pierna.
Todo hicieron mal, los médicos del sanatorio – de todas las jerarquías – lo acompañaban cada vez que se le hacía un estudio, pero nunca nos hicieron firmar ningún pedido, ni ninguna orden de nada, de ningún estudio… todos ellos sabían lo que había pasado, y lo saben incluso hoy. Taparon todo.
Incluso en la historia clínica pusieron que Matías había sufrido un paro de un minuto, siendo que el doctor nos dijo – cuando nos avisó – que habían sido de tres, y es de acuerdo a eso cómo se valora el daño que puede dejar la apoxia.
Los médicos en Tucumán siempre hablaron despectivamente o lejanamente del tema como para no involucrarse, entre ellos se conocen y se tapan. Todos saben lo que pasó, hay muchas versiones… y duele escuchar las versiones.
La verdad es que a Matías lo abandonaron, no tenía quien lo estuviera monitoreando en ese momento en el quirófano, él estaba solo con la anestesista Dra. Younes Azucena, que cuando se dio cuenta que Matías había sufrido un paro cardiaco ya había pasado tiempo y fue difícil sacarlo… no hubo nadie, no hubo un cardiólogo para monitorearlo y controlarlo.
Quisieron responsabilizar a Matías, preguntando si consumía algún tipo de sustancia, para explicar la excitación psicomotriz… Matías era un chico sano… ellos sabían de su error, sabían que había algo en su cerebro, por eso le suministraban todas las medicaciones antipsicóticas, anticonvulsivas y antiepilépticos.
Al día de hoy, a un año de su partida siguen sin permitirnos hacer el duelo porque siguen mintiéndonos y sin hacerse responsables del tremendo error que cometieron.
En la autopsia ellos definieron que Matías tenía un corazón grande, y que podría ser la causa de lo ocurrido… sin embargo no tuvieron en cuenta que a pesar del “corazón grande” todos los estudios que le practicaron previamente (electrocardiograma y ecocardiograma) a indicaron que Matías estaba sano y que su corazón estaba sano, y que las estructuras de su corazón se encontraban en perfecto estado.
Pedimos justicia por Matías, pedimos que el acto médico debe ser de respeto al paciente, entonces la ciencia y la conciencia estarían de la mano, de mano de la humanidad.
Días después de que Matías sufrió el paro cardiaco, me enteré que estaba embarazada…una bendición ante tremenda desgracia.
Un día antes a su fallecimiento, el doctor me envió un mensaje diciendo que la situación de Matías se había agravado, que no respondía al tratamiento, que teníamos que esperar cualquier desenlace… logre verlo al día siguiente, él estaba muy grave… le dije que estaba embarazada…Matías movió sus párpados, y una lagrima rodo por su mejilla, Matías se fue sabiendo que iba a ser papá…
Hoy por hoy este bebé es quien nos da consuelo y fortaleza para continuar día a día.
Joaquín Simón tiene 4 meses, nos ayuda día a día a seguir adelante en esta lucha, seguir con este pedido de justicia por todo el daño ocasionado a Matías.
Justicia por su vida, por su alma, para que pueda descansar en paz.
Maria Jose Gomez Collante – novia de Matias Diarte