Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el mal accionar, la negligencia y los tratamientos indebidos provocados por los médicos ante una equivocación deberían denominarse “eventos adversos”.
La definición de “evento adverso”, refiere al incidente desfavorable, hecho inesperado, percance terapéutico, lesión iatrogénica u otro suceso infortunado no relacionado con la historia natural de la enfermedad que ocurre en asociaciones directa con la atención médica.(1)
Otra interpretación al término “evento adverso” según lo indican algunos textos corresponde “al daño no intencional o complicación relacionado con la asistencia sanitaria“. (2)
¿Cómo llegamos al punto que al “error” médico lo dejamos de llamar por su nombre?
Mala praxis Médica es un término que se utiliza para referirse a la responsabilidad profesional por los actos realizados con negligencia. (3)
Un “evento adverso” como lo menciona el Dr. Ezequiel García Ellorio en su nota publicada en el diario La Nación en Septiembre del 2017, deja entender que en la gran mayoría de estos eventos no ocurren por “fallas humanas” sino por procesos que deben ser “rediseñados”.
La omisión de responsabilidad por parte de la comunidad médica en cuanto a su actividad parece extraña e incluso maliciosa.
El término es tan amplio y tan vago a la vez que desconcierta.
¿Cuál es la necesidad de cambiar la expresión Mala Praxis por “Evento Adverso”?
Existe el temor entre los especialistas de la salud que sus “accidentes” puedan ser utilizados en procesos judiciales. En consecuencia, el silencio y el encubrimiento son moneda corriente.
Argumentan que el error es innato de los seres humanos y que por lo tanto, el desacierto no es del médico sino de los “procesos”.
Como inferencia podemos imaginar que si los procesos son realizados por seres humanos. Y estos se equivocan, ¿Cómo podemos esperar procesos confiables? Nunca van a estar acertados.
¿Quiénes son los responsables? ¿Los encargados de realizar procedimientos o los que actúan?
En lo personal considero que ambos. Pero con un grado mucho mayor en quién realiza la técnica médica.
Como ejemplo, voy a aclarar una situación que viví hace poco tiempo mientras mi madre continuaba internada en coma por un “accidente” perpetrado en una de las mejores instituciones del país.
El Dr. P, eminencia en su especialidad, implemento el protocolo de leucemia linfoblástica aguda que la Sociedad Argentina de Hematalogía utilizaba hasta el momento y que posteriormente la dejaría en estado vegetativo.
Luego de cinco largos meses al lado de la cama del sanatorio, investigué algunas cosas relacionadas con la enfermedad.
Una de ellas eran recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud con respecto a la aplicación de la Vincristina y los cuidados que debería tener el personal médico y no médico para no incurrir en un error fatal.
Los informes correspondían al año 2005 en adelante, describiendo con exactitud los procesos que debían evitar.
¿Es posible que a fines del 2017 un experto en Hematología no sepa o haya leído al respecto?
Tuve la oportunidad de consultárselo. La contestación fue simple y clara.
Conocía y estaba instruido con dichas sugerencias.
Simplemente no las escuchó.
¿Es lícito escudarse en guías o protocolos estándar como excusa de una actuación equivocada?
La culpabilidad, en derecho, es de quién ejerce una actividad ilegítima y antijurídica.
Lamentablemente, los profesionales de la salud, dejaron hace tiempo de cumplir con su misión social.
La recopilación de datos confiables es fundamental para la profesión, pero el proceder equivoco de silenciar los “errores” los hace inútiles y dudosos.
¿En que se convirtieron los “Médicos” que conocimos hace unos años?
No comprenden que al final, todos somos o seremos pacientes con DERECHOS.
(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Seguridad_del_paciente
(2) http://www.index-f.com/blogminerva/?p=870
(3) https://es.wikipedia.org/wiki/Mala_praxis